lunes, 3 de mayo de 2010

DRAMATIZACIÓN

Locutor

Es la tarde del 21 de mayo de 1810 en la Mansión de la familia Inchausrregui.

Don José se encuentra en su despacho. Trabajando con papeles.

Un sirviente golpea la puerta.

Don José- Pase

Sirviente – Han traído este sobre para Vuestra Merced.

Don José- (Toma el sobre lo abre, lee y enojado exclama) ¿Qué es esto?.... No puede ser…

Don José- Fastidiado escribe una nota y hace sonar una campanilla, llamando al sirviente y le entrega dos sobres.

Sirviente- Llamo vuestra merced.

Don José- Si lleven esto rápido.

LOCUTOR.
Dos horas más tarde, visiblemente nervioso Don José conversa con su hijo Felipe recibe la visita de Don Juan y su hijo Ramiro.
Todos se saludan, y toman asiento.

Don José- ¿Qué esta sucediendo?.... ¿Puede explicarme esta nota?
Don Juan- He recibido una igual, y mi primo Lezica, me aconsejo ir, he estado recorriendo la casa de otros amigos para explicarle que debemos asistir mañana.

Don José- ¿Qué locura nueva es esta? Nuestro Fernando, preso, y toda España en manos de los herejes.

Don Juan- Las milicias han dejado de apoyar al Virrey, andan diciendo que si la autoridad que lo nombro ha desaparecido, el pueblo debe darse un nuevas autoridades.

Don José- Por eso, pasa esto, por eso un Cabildo Abierto mañana. Esclarézcame Don Juan, para que necesitemos a las milicias, a esos desarrapados. Es la herencia que nos dejo ese maldito francés, que nos odiaba. Seguramente algo debe estar tramando.

Felipe- Padre, Liniers se ha establecido en Córdoba, y no entiendo porque lo maldice, si muchas veces intento agasajarlo e invitarlo a convites.

Don José- Si hijo, pero para conseguir su favor, no para aprobar sus medidas, y menos aun para armar a la plebe, entregarles armas a esa chusma inútil.

Felipe- Esa chusma nos defendió de los ingleses
Don José- Por eso debo pensar que son como nosotros, jamás, jamás. No entiendo ¿qué locuras piensas?

Felipe- Padre quiero….

Don José- No me dirija la palabra, no deben escucharse esas ideas en esta casa, no es casa de herejes.

Felipe- Padre, no soy hereje

Don José- Válgame Dios, pero piensa y habla como uno de ellos.

Don Juan- No estamos para discutir, sino para pensar que hacer mañana en el Cabildo Abierto. Don José, los jóvenes de ahora no piensan mucho lo que dicen

Don José- Eso me preocupa, el mundo esta perdido, se burlan de Dios, proclaman que todos los hombres son iguales y libres. Nosotros acaso somos iguales a los negros, a los indios, esos herejes semidesnudos, a las mujeres. Nunca, nunca triunfaran esas ideas, no puede triunfar el caos, el desorden. Dios, Nuestro Señor, no puede querer eso. Dios nos ha dado un orden, y una misión, conservar y mantener ese orden inalterable y como sea. Dudar del orden, es dudar de Dios, no le fallare a nuestro Señor.

Don Juan- Mi primo Lezica aconsejo al Virrey, despachar correos de confianza, con mensajes a Córdoba, para que Liniers concentre tropas y nuevamente tome Buenos Aires, en el caso que destituyan al Virrey. Mi hijo Ramiro, acompañara a Valentín Lezica. Pero Don José, puedo pedirle que lo escuche.

Don José- Si lo escuchare porque es su hijo.

Ramiro- Solicito su autorización para visitar a su Hija María Teresa, en presencia de la madre y hermanos, los domingos después de misa.

Don José (Doblemente fastidiado)- Nuestro destino en manos de ese francés. El creo el monstruo, espero que pueda domarlo. Respecto a usted joven Sola, ha estado sonriendo en la Iglesia a María Teresa desde las Pascuas, y ahora me pide permiso. Todo el mundo esta al revés. Lo pensare, y cuando regrese de Córdoba le daré mi respuesta.
Felipe- Padre usted había alentado a María Teresa a conocer al Capitán Harness. Es mas ella simpatiza con el Capitán

Don José- Basta, usted no entiende nada, soy la cabeza de esta familia, debo velar por el bien de todos, solo recibo sus criticas. No debo escucharlo más. ¿De dónde procede esta extraña costumbre de los jóvenes de contradecir a los mayores? ¿Qué hemos hecho para merecer este castigo? Sepa usted que gracias a mi amistad con el Capitán Harness pude seguir comerciando, los ingleses no me prohibieron comerciar. ¿Qué hubiese sido de nosotros?

Don Juan- Felipe, es usted un joven bienintencionado, pero quiere pensar por si mismo, ese es su error. Necesitamos de Ustedes, pero para que ustedes conserven los privilegios, propiedades y rango. Muchas veces pensé que mi padre estaba equivocado, pero no me opuse, acepte sus juicios y ordenes, y por eso conservo todo.

Felipe- Se equivocan, no se puede detener la libertad, es el bien supremo. Dios nos ha bendecido con la libertad, todos deben ser libres y por eso somos todos iguales.

Don José- Lo ven ha perdido la cordura, esta desquiciado. No sabíamos que teníamos hermanos negros, mulatos e indios. Sólo porque es mi hijo, mi primogénito, se retira inmediatamente a su habitación, prepara su ropa y espera. No sale, ni habla con nadie. Mañana al alba sale a Lujan. No cierre sus baúles, los inspeccionare, y saque los libros, en especial los que tiene todas esas locuras que anda repitiendo. Los quemaremos, serán útiles al menos para calentarnos esta noche.

Felipe se retira en silencio.

Don Juan- Calma Don José, no tome medidas extremas, la ira no es buena consejera.
Don José- Mañana en el Cabildo debemos tomar medidas extremas y detener esto de una vez y como sea.

Don Juan- El Obispo Lue, los percudirá, pero Don José piense quienes son los que piden el Cabildo Abierto. Ese el de la voz finita, el hijo de Don Domingo

Ramiro- Manuel Belgrano, un infeliz, estudio en España, aprendió a usar camisas de seda y perfumes, quiso ser el Comandante de Patricios, pero cuando los soldados lo escucharon se le rieron, y eligieron a Saavedra.

Don José- Saavedra, el mercachifle que llego del Alto Perú, dicen que no es hijo de su padre, seguro es hijo de un indio.

Don Juan- El otro el abogadillo mofletudo, de la cara picada por la peste.

Ramiro- Moreno

Don Juan- Medio pelo, estudio en Chuquisaca, un resentido. Ha ahecho amistad con el primo de Manuel

Ramiro- Castelli

Don Juan- Se reúnen en la Jabonaría de Vieytes,

Don José- Válgame Dios

Don Juan- Calma Don José, calma esto pronto pasará, mañana debemos ser prudentes y firmes. Defender al Virrey. El Obispo Lue, les demostrara la verdad, y ante su evidencia se rendirán. Y si no usaremos agasajos, honores y regalos. Necesitan nuestra amistad. Hasta que el francés entre con sus tropas. Después no habrá piedad, debemos hacer escarmentar a todos los que se atrevan a cuestionar el dominio español.
Ahora Don José, quienes recordaran a estos timoratos, desagradecidos, e infelices, que actúan guiados por el odio y la envidia. Las Indias seguirán siendo españolas, por siglos. Por eso dejare un testimonió de esta reunión en mi diario de esta reunión. Le haré conocer a mi primo Lezica que el cabildo puede contar con usted.
Por esto España nos premiara don José, dentro de 200 años, continuaran agradeciéndonos lo que hemos hecho

Don José- Me ha devuelto la tranquilidad, hoy descansare, pero Felipe

Ramiro- Hablare con el, antes de ir a Córdoba, y comprenderá sus errores.

Don José Gracias joven, ya he decidido, podrá venir a visitar a María Teresa, a su regreso de Córdoba.

Se despiden


LOCUTOR

El 22 de mayo en el Cabildo Abierto, se voto la destitución del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, y se otorgo la potestad al Cabildo de formar un nuevo gobierno.
El 23 de mayo se contaron los votos, el 24 se nombro una Junta presidida por el ex virrey, Cisneros e integrada por dos españoles José Santos Inschaurregui y Juan Nepoceno Sola y dos criollos Corenlio Saavedra y Juan José Castelli.
Los criollos renunciaron y sin apoyo de las milicias y ante el descontento del pueblo, el 25 de mayo una multitud presiono al Cabildo para que nombren una Junta
Presidida por Cornelio Saavedra
Secretarios: Juan José Paso y Mariano Moreno.
Vocales:
Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Miguel de Azcuenaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea.

jueves, 25 de febrero de 2010

LA REVOLUCION EN ENTRE RIOS


LA REVOLUCIÓN DE MAYO EN ENTRE RIOS

1. Algunas consideraciones generales.


“Los hombres en general juzgan de lo pasado según su
Verdadera justicia, y de los presente según sus intereses”
José de San Martín.


Hace 200 años un grupo de patriotas, mujeres y hombres, logro lo imposible. Desplazar a las autoridades españolas, y erigirse en las autoridades del Virreinato. Todo lo hicieron en nombre del Rey Fernando, preso en Francia. Las acciones de este grupo desencadeno una serie de transformaciones culturales, sociales, políticas y económicas. Sin mayor experiencia, sin recursos construyeron los cimientos de nuestra patria en tiempos difíciles. Pero imbuidos de un misticismo revolucionario acometieron la tarea de construir una nueva sociedad entre lo posible y lo deseable.
Para finalizar esta introducción, quiero repetir un concepto que todos conocen, pero que es necesario tener en cuenta al leer estas líneas. El conocimiento del pasado contiene siempre un cierto grado de incertidumbre, de misterio, siempre suplido por el criterio subjetivo de quien reconstruye los hechos. Así se rige este juego de causas y efectos que se conoce como Historia.

2. La construcción del dominio español.

La conquista y colonización española, lenta pero constante, se fijo como objetivo unir las diversas poblaciones, Buenos Aires, Lima y Asunción. Es por esto que fueron fundando fortalezas, que con el tiempo. Se transformaron en ciudades. El cronista español Fernández de Oviedo nos explicó los motivos por los que sus compatriotas se sentían impulsados por “la pobreça (pobreza) de los unos e (y) la codicia de los otros e (y) la locura de los más”.
Establecidas las poblaciones, su existencia dependió de lo que el medio le podía proporcionar. Surgieron industrias que alimentaron la economía de cada una de ellas. El comercio se generalizó, a pesar de las distancias y dificultades, aparecieron Obispados y Colegios, se organizo la vida política creando gobiernos y Cabildos. Así junto a la aristocracia orgullosa de su origen hispánica surgió una población mestiza, criolla, subordinada a quienes mantenían el exclusivismo del poder y el dinero. Joaquín V. González, en “El juicio del Siglo”, hace casi cien años, lo explicaba así “El régimen colonial es un régimen de ciudad, como que lo primero de todo era plantar el rollo simbólico de la fundación urbana, desde la cual, trocaba en fortaleza, comenzaba la lucha defensiva y ofensiva contra el indígena, y la expansión agrícola hacia las tierras circunvecinas”.
Estas ciudades que ocuparon nuestro país, fueron ampliando paulatinamente su radio de acción, extendiéndose a las campañas circundantes. Hay trece ciudades que se convierten en provincias, al finalizar la primera década de la Revolución de Mayo. Hay sólo una excepción Entre Ríos, y su nombre se comprende teniendo en cuenta la configuración geográfica de su territorio.






3. Entre Ríos antes de la Revolución de Mayo.

“Has nacido cual Venus de las aguas
y el abrazo fraterno de dos ríos
te dio tu nombre para siempre hermoso
mi tierra Entre Ríos”
“Canto a Entre Ríos”
Leoncio Gianello


Ricardo Levene señaló que la “ganadería fue la fuente de bienestar y el hecho económico y social que dio origen al Virreinato del Río de la Plata”. Entre Ríos, tierra de pastos, fue adecuada para la cría de ganado, así vecinos santafesinos y de las Misiones Jesuíticas, establecieron las primeras estancias, para aprovechar el ganado “cimarrón” (salvaje) compuesto por vacunos y equinos. Los equinos y las mulas criadas en Entre Ríos eran muy apreciados, se pagaba buen precio, en Asunción
Ocupada de Entre Ríos y reconocidas las primeras poblaciones a fines del siglo XVIII. Comenzó un duro enfrentamiento entre los Cabildos y los terratenientes, como García Zúñiga, Wright, Larramendi, Vera y Mujica que se atribuían derechos sobre la mayor parte de las tierras. Situación que es denunciada por Rocamora a las autoridades virreinales sin respuestas. Agravada esta situación con el transcurso del tiempo. José Gervasio de Artigas, comprometido con los sectores desprotegidos, llevo adelante la primera reforma agraria en 1815. Por esto será fulminado por un juego de pinzas entre Río de Janeiro y Buenos Aires. Derrotado Artigas, desconocida la reforma agraria, los terratenientes recuperaron y acrecentaron sus propiedades, los pobres “no conservarían otra tierra que la de sus tumbas”, así lo expuso Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”.
Cuando Buenos Aires comenzó a exportar carnes saladas, una importante cantidad proviene del ganado criado en Entre Ríos, pero también se desarrollan graserías establecimientos donde se fabrican velas y jabones) y curtiembres, estas ultimas favorecidas, por la abundancia de cal, necesaria para el curtido de cueros.
La agricultura tuvo un escaso desarrollo, se estableció en los suburbios de las Villas, y se los denominaba en ese tiempo despectivamente como “terrenos de pan llevar”. Se sembraba trigo, maíz, y frutales, pero para consumo familiar. Esta actividad era despreciada por los terratenientes que se oponían al cercado de tierras, al que consideraban un obstáculo para el desarrollo de su actividad. Además porque en estos tiempos todo trabajo manual era considerado indigno.
La legislación protegía a la ganadería y favorecía la concentración de tierras. Sobre la actividad agrícola pesaban fuertes gravámenes, el diezmo para la Iglesia (un 10% sin tomar la parte destinada a la simiente) la alcabala (oscilaba entre el 2 y 4 %), pero los Cabildos podían decretar impuestos extraordinarios. Pero otros peligros acechaban a la agricultura, como los incendios de campos, las sequías, el granizo y, el más temible, las mangas de langostas. El viajero ingles Mc Cann comento que los ataques de las mangas de langostas llegaban a comer hasta los techos de pajas de los ranchos.
El gaucho, surgió del trabajo de las “vacadas”, hombre de acaballo, diestro en el rodeo y en el manejo del lazo, jinete resistente. Este hombre seminómada, trabajaba cuando tenía necesidad de yerba y tabaco, se lo llamo “gauderio”, luego los conoceremos como gauchos. Cabe aclarar que el termino “gauderio” parece por primera vez en documentos oficiales en 1776. Pero un año antes Concolocorvo había usado el término en su obra “El Lazarillo de los ciegos caminantes”.
En 1806, el Comandante General de las Milicias, Josef de Urquiza (padre de Justo José de Urquiza) recibió una comunicación del Virrey Sobremonte, en la que le ordenaba asistir en la defensa de Montevideo, asediada por las tropas inglesas (Primera Invasión Inglesa). Así desde Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay) se enviaron 125 hombres, de Gualeguaych 45, y de Gualeguay 68. Si bien estos entrerrianos participaron de los combates que pusieron fin a la primera Invasión Inglesa, si colaboraron activamente en la defensa heroica de Buenos Aires, cuando rechazaron a las tropas de la Segunda Invasión Inglesa en 1087.


4. La Revolución de Mayo en Entre Ríos.

La Revolución de Mayo tiene múltiples causas, tantos alzamientos, protestas fueron ahogados en sangre por el aparato represivo español. Pero quedaron numerosos testimonios y peticiones de las condiciones anómalas e injustas en que solía desenvolverse la vida de los pobladores. Todo esto fue creando un clima propicio para el gran cambio del siglo XIX.
El historiador uruguayo Ariosto Domingo González sostiene que “la revolución americana encontró su fundamento en doctrinas de valor histórico, pero no surgió de una doctrina, no fue una construcción escolástica, un movimiento de ideólogos, sino de políticos de vistas concretas y planes inmediatos que, en el curso de los hechos, y cuando ya estaban dentro del incendio, recogían elementos para disciplinar jurídicamente su acción”.
En tanto la causa revolucionaria se extendía por la América del Sur, en Montevideo se concentraba uno de los puntos de resistencia realista. El cabildo de esa ciudad se había negado a reconocer a la junta de Buenos Aires, reprimiendo duramente y en especial en la campaña, a todo sospechoso de adhesión al gobierno de Buenos Aires. A pesar de ello, la campaña de la Banda Oriental se mostraba favorable para la causa patriota. La Junta de Buenos Aires intentó sumar a la Banda Oriental a la causa. En el bando realista se alistaban sectores con intereses en el comercio de exportación e importación, temerosos de perder los privilegios que la corona les había concedido; artesanos preocupados por la competencia de la importación inglesa y los grandes terratenientes ausentistas de la campaña que veían en la supervivencia del orden del orden establecido la defensa de sus propiedades e intereses.
El comandante español Juan Ángel Michelena emprendió una feroz campaña para controlar las Villas entrerrianas.
La Primera Junta envía al General Manuel Belgrano, con 200 hombres, rumbo a Paraguay. Su presencia en el Litoral les permitió a los patriotas atacar a los españoles. En su marcha hacia el Paraguay, logra Belgrano primero la adhesión de los santafesinos, entre ellos se suma el joven Alférez Estanislao López. Recordemos que Belgrano había partido de Buenos Aires el 22 de septiembre de 1810, para los primeros días de octubre ya pisaba suelo entrerriano. Donde fue recibido entusiastamente, se incorporan baqueanos, caballada y novillada. En sus Memorias, Belgrano recordaba: “Debo hacer el aquí el mayor elogio del pueblo de Paraná y toda su jurisdicción: á porfía se empeñaban en servir, y aquellos buenos vecinos de la campaña, abandonaban todo con gusto para ser de la expedición y auxiliar al ejército, de cuantos modos le era posible. No se me olvidaran jamás los apellidos Garrigó, Ferré, Vera y Hereñu: ningún obstáculo había que no venciesen por la patria”.
Si bien en Entre Ríos, las Villas se plegaron a la Revolución de Mayo, siendo el Cabildo de Arroyo de la China fue una de las primeras en pronunciarse a favor de la Revolución, y eligió como diputado al Prebístero Doctor José Bonifacio Redruello ante el Congreso General que debía constituirse. Gualeguay y Gualeguaychu también se adhirieron. Pero una minoría de españoles, encabezados por el vecino de Gualeguaychu Valentín José Sopeña, combatió la causa revolucionaria.
Al producirse la contrarrevolución de Córdoba, dirigida por el ex virrey Santiago de Liniers,el movimiento tuvo repercusiones en Entre Ríos, puesto que el Diputado electo por Arroyo de la China, el Prebistero Redruello, renuncio a su cargo y se paso al bando realista, provocando con su actitud confusión y desconcierto, pues era una persona de prestigo en esa población. No hay documentos o falta investigar si el levantamiento dirigido por Liniers, y del que participaron clérigos cordobeses, tenia ramificaciones en Entre Ríos. Recordemos que el mismo día 25 de mayo de 1810, fecha de instalación de la Primera Junta, el derrocado virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros despachó al joven entrerriano 17 años José Melchor Lavín rumbo a Córdoba, para advertir a Liniers y reclamarle acciones militares contra la Junta. Cisneros daba a Liniers todos los poderes necesarios para que llevara adelante la misión que le encomendaba, ahogar la Revolución, dándole el cargo de general en jefe del Ejército Realista en el Río de la Plata y aún el mando político, debiendo actuar en consecuencia en forma coordinada con le Virrey del Perú.
Entre el 6 y e 22 de noviembre el comandante español Juan Ángel Michelena emprendió una feroz campaña logrando controlar las poblaciones de Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) Gualeguaychú y Gualeguay. El comandante Díaz Vélez, informo a Belgrano del avance español, quien envío una compañía de tropas de caballería al mando del Capitán Diego Balcarce. Por su parte Díaz Vélez, cruza a Santa Fe, y obtiene la ayuda del Coronel Manuel Ruiz. Por su parte, Michelena reforzado con nuevos contingentes de tropas, desplegó tropas hacia la Bajada del Paraná (actual Paraná). Avisado su Alcalde Juan Garrigo, y el Comandante Francisco Antonio de la Torre y Vera, reunieron a los vecinos con el propósito de trasladarlos a Paraná, concentrar las tropas. Pascual Bergara, cumplió idéntica tarea en Nogoya, a su vez Pedro José Ezeiza comunicaba a los patriotas de Paraná, los movimientos de las tropas españolas. Comenzó en torno a los primeros caudillos agruparse grupos de gauchos, que atacaban sorpresivamente sobre la marcha de las columnas realistas, otras veces adoptaban la táctica de de tierra arrasada quitándole todo sustento al enemigo.
A fines de noviembre de 1810, llegaban a Santa Fe, las tropas enviadas por Buenos Aires, como refuerzos, eran 250 hombrees del Regimiento de Húsares del rey, al mando del Coronel Martín Rodríguez, pero no podían cruzar el río Paraná, puesto que los españoles controlaban los ríos. Recién en enero de 1811, pudieron pisar suelo entrerriano, junto con el Regimiento de Pardos y Morenos al mando del Coronel Galain y del Mayor Estanislao Soler.
El Consejo de Regencia de Cádiz había nombrado Virrey del Rió de la Plata a Francisco Javier de Elío, que regresó a Montevideo el 19 de enero de 1811, decidido a obligar a la Junta porteña a someterse a su autoridad. El rechazo fue inmediato y al mismo siguió la ruptura de hostilidades, cuando Elío declaró “rebelde y revolucionario al gobierno de Buenos Aires y traidores a los individuos que la componían” así como a todos los que la sostenían. Calificaba a la revolución de mayo de "sedición formada por cuatro facciosos", y organizó una expedición punitiva a fin de recuperar el territorio perdido.
En operaciones las tropas porteñas, junto a Bartolomé Zapata, José Gregorio Cardoso, José Francisco Taborda, Gregorio Samaniego, Pascual Bergara, Suárez, Rivarola, Román enfrentaron con éxito con tacuaras (lanzas) a las bayonetas y cañones españoles.
En febrero de 1811, se produce un hecho auspicioso, por intermedio de Francisco Ramírez, logro la deserción de un importante contingente de soldados españoles, entre ellos se encontraban el Capitán José Rondeau y el Capitán José Gervasio de Artigas.
El 28 de febrero se había producido en la Banda Oriental el primer movimiento organizado por el pueblo para apoyar a la revolución, conocido históricamente como el "Grito de Asencio". Un grupo de cien gauchos acaudillados por Venancio Benavidez y Pedro José Viera se reunieron en las proximidades del arroyo Asencio y proclamaron su decisión de luchar contra los realistas, tomando las poblaciones de Mercedes y Soriano. El movimiento así iniciado tendría en José Gervasio Artigas el gran caudillo conductor de la revolución en la Banda Oriental.
Para arrebatar el control de los ríos Uruguay y Paraná a los españoles, el diputado salteño, Francisco de Gurruchaga, propuso la creación de una escuadrilla, integrada por tres barcos, “25 de Mayo”, “Invencible” y “América”, que se puso al mando de del marino francés Juan Bautista Azopardo. Debía controlar los ríos, pero el 2 de marzo de 1811, se encontró con la escuadra española al mando de Jacinto de Romarate. Luego de un feroz combate, y una desesperada resistencia por parte de Azopardo, debió rendirse.
Pero en tierra, la situación favorecía a los patriotas, cuando Bartolomé Zapata tomo las villas de Arroyo de la China, Gualeguaychu y Gualeaguay. El historiador entrerriano César Blas Pérez Colman en su obra “Entre Ríos 1810 -1820”, sostuvo que la recuperación de la Villas tuvo un doble efecto: moral y estratégico. “Moral, porque desde ese momento todo Entre Ríos se aprestó a la lucha unido en un solo afán de sacrificios…. estratégico porque aquellas victorias de las montoneras privaban a las fuerzas de Montevideo de importantes recursos….puede pues afirmarse que la reconquista del Litoral entrerriano constituye el hecho de mayor trascendencia para el prestigio de la revolución, entre todos los alcanzados hasta entonces por las armas patriotas….la posesión del territorio de Entre Ríos y la adhesión de su pueblo, permitió desarrollar una plan militar contra el enemigo….y a la vez consolidar la libertad de acción del gobierno de Buenos Aires”.
El 18 de mayo de 1811, Artigas derroto a los españoles en Las Piedras, quedando la campaña en su poder, y los españoles sitiados en Montevideo.


5. La lucha contra la alianza luso – española.

Parecía que el fin del dominio español estaba próximo, pero el Virrey Elío, solicito ayuda a la corte portuguesa del Brasil. Así el General Diego de Souza al mando de más de 4.000 soldados invade la Banda Oriental. Frente a esta difícil coyuntura, el Primer Triunvirato decide enviar José Julián Pérez a negociar una acuerdo con el Virrey Elio (tengamos en cuenta que el 20 de Junio de 1811 el Ejército patriota del Alto Perú había sido derrotado en el combate de Huaqui, lo que incremento el desprestigio de la Junta Grande, que había sido formada con la incorporación de los diputados del interior a la Primera Junta). Así los representantes José Julián Pérez, por el Primer Triunvirato, y José Acevedo y Garfias, por el Virrey Elio. Acordaron el 20 de octubre de 1811 un armisticio. Por el cuál se levantaba el sitio de Montevideo por parte de los patriotas. Elio se comprometía a levantar el bloqueo de los ríos, y portugueses y patriotas debían evacuar la Banda Oriental que quedaba bajo exclusivo dominio realista, como así también la parte oriental de Entre Ríos (la costa del río Uruguay).
El armisticio de octubre de 1811 provoco la indignación en los pueblos de Entre Ríos afectados por el desconocimiento de todos los sacrificios realizados. Artigas desconoció el tratado, y al frente de sus milicias se propuso combatir a realistas y portugueses.
Los portugueses se habían posesionado del actual territorio de la Provincia de Misiones, y sus avanzadas penetraron en territorio entrerriano donde ocuparon Mandisoví, pueblo que había fundado Belgrano en su campaña al Paraguay el año anterior, el paradero Ytu (la primitiva Concordia) fue saqueada y capturada, siguiendo al sur el 11 de octubre atacaron Arroyo de la China, pero fueron rechazados, por una pequeña guarnición dirigida por el Capitán Francisco Quevedo. En 1818, los portugueses, en otro contexto histórico, intentaron nuevamente ocupar la población de Arroyo de la China, pero fueron derrotados en lo que se conmoción como “sorpresa de Arroyo de la China”.
Al encontrarse el territorio entrerriano libre de enemigos, y como repudio al armisticio de octubre, es que Artigas emprendió el “Éxodo Oriental”, se traslado con su pueblo a la localidad uruguaya de Salto, y cruzando el río Uruguay se estableció en el Aquí, esta epopeya es también llamada por los historiadores orientales como la “redota”. Desde el campamento del Ayui organizó una guerra de guerrillas contras las tropas de ocupación portuguesas en la Banda Oriental, como represalia los españoles cometían toda clase de tropelías a las poblaciones en las indefensas poblaciones costeras entrerrianas y en las estancias de la costa.
Mientras tanto, el Virrey Elío se había embarcado para España, dejando Montevideo a cargo del General Gaspar de Vigodet, con quien el Triunvirato llevaba adelante febriles negociaciones para exigir, sin éxito el cumplimiento de los términos del armisticio. Vigodet respondió iniciando todo tipo de hostilidades. Así el gobierno de Buenos Aires comprendió que el armisticio estaba roto, por otra parte nunca había sido acatado por los entrerrianos. Buenos Aires designo a Sarratea jefe del ejército en operaciones en la Banda Oriental (1 de mayo de 1812) hecho que marca el inicio de un largo, penoso y vergonzoso conflicto entre Buenos Aires y Artigas. Sarratea utilizó una política de “cooptación” de jefes artigusitas, así consigue el apoyo como Valdenegro y Viana. Artigas se retiro con sus milicias, y conmino a Sarrataea a dejar el mando de las tropas. En un confuso episodio, Rondeau destituye a Sarratea,(ver Oficio de Rondeau sobre Sarratea) toma el mando del ejército y consigue la incorporación de Artigas, iniciando el segundo sitio de Montevideo obteniendo la importante victoria del Cerrito el 31 de diciembre de 1812.
Con Sarratea se había iniciado el enfrentamiento irreconciliable entre la elite porteña y Artigas, a la que Mitre, denomino a partir de 1816, la “diplomacia tenebrosa”. Es llamativo, o tal vez sea una coincidencia, pero desde junio de 1812, Buenos Aires vio aliviada su situación, con la llegada de de una misión portuguesa, con el propósito de negociar el retiro de las tropas portuguesas. Esta misión se debió al accionar de Lord Strangford, embajador ingles ante la Corte portuguesa de Río de Janeiro. Recordemos que la familia real portuguesa, Juan VI y Carlota Joaquina de Borbón (hija de Carlos VI y hermana de Fernando) ante el ataque de las tropas francesas a Portugal, fue trasladada por la flota inglesa a Brasil en 1808. La presencia de Carlota, había originada que grupos de criollos en todas América piensen en ella como regente de Fernando, preso en Francia. A estos grupos se los conoció como “carlotinos”, buscaban una solución legal, preservando el dominio español frente al problema de la acefalía en el trono español.
Pese a la derrota de El Cerrito, e iniciado el segundo sitio de Montevideo, los españoles conservaban una poderosa escuadra naval que dominaba los ríos Paraná, Uruguay y de la Plata, lo que les permitía obtener recursos, ganado, y el saqueo de las poblaciones costeras. El gobierno de Buenos Aires tomo medidas para controlar los ríos, que le permitiría quebrar la resistencia de Montevideo. Juan Larrea, organizo una flotilla y dos baterías en las costas del río Paraná. El objetivo era lograr recuperar el control del río, de vital importancia en esta coyuntura, puesto que el único camino para atacar Montevideo cruzando Entre Ríos y luego el río Uruguay por el Arroyo de la China y por Paso del Sandú (actual Paysandú). El Triunvirato le encargo a Manuel Belgrano la instalación de las baterías, para esto fue asesorado técnicamente por el Coronel Ángel Monasterio, Belgrano consiguió el apoyo entusiasta del vecindario. “El 27 de febrero de 1812, a las seis y media de la tarde, el clarín rasgo con su vibración de epopeya el silencio expectante, mientras las manos de Cosme Maciel – trémulas de bendecido privilegio- hacían subir en lo alto aquella enseña” Así relata la creación del bandera nacional Leoncio Gianello. En Entre Ríos se levantaron dos baterías, la del Banco y la batería de Costa Firme, en Punta Gorda (actual Diamante). Las baterías no dieron el resultado esperado, y a fines de 1813, se ordeno desmantelarlas y trasladar los cañones, una parte al Arroyo de la China y otra a Montevideo.
Ante el mal estado de salud del Comandante General Josef de Urquiza, es nombrado Elías Galván, que logro verdaderas epopeyas, como la acción de Arroyo Bellaco (ver parte oficial) y los combates de Paranacito. El 5 de febrero de 1813 el comandante del escuadrón de milicias de Gualeguaychu José Gutiérrez, fue informado sobre la presencia de una balandra realista en el río Paranacito. El día 6 Gutiérrez ordenó al capitán de la 3° Compañía del Escuadrón de Milicias, Gregorio Samaniego, que acompañado de 20 hombres y 2 sargentos, Tomás Tapia y Pablo Giménez, marcharan a atacarla.
El día 8 Samaniego y sus milicianos atacaron la balandra Nuestra Señora del Carmen, capturándola.
En el parte del combate que Gutiérrez dirigió al comandante general de los Partidos de Entre Ríos, Elías Galván figura el detalle de los elementos tomados a los realistas: “La balandra tiene por nombre Nra. Sra. del Carmen, su patrón Manuel Moreno, con un cañón de á 6, un pedrero, 3 fusiles, una carabina, algunas balas, y metralla, y como 3 arrobas de pólvora: quedaron 3 muertos de los enemigos, 2 heridos y los demás prisioneros.”. Parte del Combate fechado el 11 de febrero de 1813. Un año después, el 10 de enero de 1814, Samaniego protagonizó un segundo combate en el Paranacito, Junto con 36 hombres armados de fusiles y 14 de lanzas, capturaron 3 pequeños veleros armados realistas. Todos estos combates permitieron controlar los ríos y a su vez complico la vida de Montevideo.
Para complicar la navegación de los ríos, los criollos habían comenzado a hacer “picadas” o colocar obstáculos. La “picada” consistía en lastrar con piedras una embarcación y echarla a “pique”, o sea, dejarla ir al fondo de estos arroyos, en su desembocadura, para así reducir el calado de entrada a la vía fluvial. Así se impedía el libre ingreso de las naves enemigas. Con valor e ingenio se logro controlar los ríos, comprobando ese refrán del litoral “mas vale maña que fuerza”.

















Oficio de Rondeau
“Desde el momento en que emprendió su retirada de este campo el Señor de Sarratea comenzaron los soldados de su escolta a desplegar una licenciosa discrecionalidad. A las dos leguas primeras dejaron marcada su desenfrenada conducta con la sangre de dos inocentes vecinos que degollaron para saquear tranquilamente sus casas, y en los contornos del Peñarol se llevaron por violencia las hijas del vecino don Pedro Valdibieso. Ahora acabo de recibir el adjunto oficio del capitán Uriondo avisándome con gran sorpresa mía que dos oficiales de los de la comitiva del Señor de Sarratatea eran los que tenían ocultas a las muchachas referidas, habiéndoselas robados ellos mismos por segunda vez del Arroyo de la China adonde ellas habían podido escaparse y que finalmente fueron libertadas de su poder por una partida de dicho pueblo cuyo comandante hizo depositar dando aviso a los padres de ellas (….) [ los captores] las llevaron escondidas en las carretillas de los equipajes de los oficiales del Representante (Sarratea) y que el Señor Representante sostenía, con falsedad, que se las había llevado desde un principio, un soldado desertor, lo que probaba el encubrimiento de un delito…”
Sarratea había declarado a José Gervasio de Artigas traidor a la Patria, refiere el historiado José Luis Busaniche.
Busaniche, José Luis. “Historia Argentina”
































Parte Oficial del Combate de Arroyo Bellaco
Exmo Señor: El doce del que gobierna á las tres y media de la tarde tube parte por una de las guardias que amparan la boca de este Riacho, que dos buques enemigos estaban fondeados á su frente: á pocos momentos me avisa el Guarda-costa que en el puerto de Landa hacían pie cinco mas. Ya se presagiaba que los piratas de Montevideo maquinaban una formal expedición con el designio de invadir á estos puntos, saquearlos y demolerlos: á esta amenaza era consiguiente una medida precautiva capaz de hacerle datar á la patria el nuevo triunfo con que se ha coronado. La gloria de pronunciarlo quizá me habrá quitado el placer de enriquecerlo con las maravillosas circunstancias que presenta su pormenor. Así es que aprovechando todo instante pedí auxilio á la villa del Gualeguay: destiné 30 hombres de mi confianza á las órdenes del benemérito teniente de la primera compañia D, José Ignacio Gonzalez, y alférez de la segunda D. Nazario Gómez, á quienes debió reunirse la partida que mandaba el comisionado D. Bacilio Galeano por orden que le di oportunamente al efecto. El enemigo se había entrado á un arroyo nombrado el Bellaco, en donde estaba abasteciéndose de carbón. Incontinenti le ordené se pusiese en marcha y el 14 trato el enunciado Gonzalez de descubrir la situacion de éste y atacarlo. Su bizarría lo hubiera sin duda efectuado á no haber creído que las municiones le eran escasas para el logro de sus esperanzas. En este estado supe que se aproximaba el capitán de la tercera compañía del nuevo esquadron de mi mando D. Gregorio Samaniego con parte de su gente, y que le acompañaba el de igual clase D. Santos Lima, á cuyo cargo venían 25 hombres de auxilio de Gualeguay. Con este motivo ordené al enunciado Gonzalez se mantubiese especiando los movimientos del enemigo, y que no comprometiese acción alguna hasta tanto no llegasen los referidos oficiales debiendolo hacer solo en el caso que los buques hicieran el ademan de mudarse. La aspereza y escabrosidad del lugar formaban la esperanza del enemigo mas que sus propios esfuerzos: no obstante llegaron los nuestros, se reunieron y persuadidos de que perder la vida por la patria no era otra cosa que mejorarla, dieron la señal de alarma, lo provocaron, lo acometieron, y triunfaron: panegirizar el mérito de ambos capitanes seria entristecerlo; por esto es que lo dexo á su consideracion: pero aun hay mas que admirar: los soldados de la segunda compañia de este esquadron Antonio Gorosito y Matias Guzman, llevados del furor que les inspiraba la vista del enemigo acordaron entre si abordar á uno de los buques sin mas armas que el sable en la boca, se echaron á nado, y burlandose de su resistencia se hicieron dueños absolutos de él con dos mas que se habían apresado. Los tres son los siguientes. A saber la Goleta Nuestra Sra. del Rosario de 25 toneladas propiedad del gallego emigrado Domingo Biscaya con dos cañones de á 4, 14 balas de este calibre, otros tantos sacos de metralla y 8 fusiles cuyos enseres se detallan en la licencia que trahia el patron de este buque. Otro de dos palos perteneciente al gallego Vidal quien hacia de amo y patron de él segun consta de las declaraciones de los prisioneros con dos cañones de 8, 16 balas de igual calibre 6 bolsas de metralla, y 5 fusiles. Una balandra con un cañon de á 12, 11 balas correspondientes 6 bolsas de metralla y 6 fusiles. Los prisioneros que quedan en este quartel son 17, de los quales hay 3 gravemente heridos: 4 negros esclavos tomados; entre estos aseguran que los muertos fueron 6 contando con 2 que se precipitaron al Uruguay, y que probablemente han perecido: por nuestra parte no ha habido la menor desgracia: la precision de comunicar á vmd. esta tan importante noticia habrá tal vez dexado en olvido algunas circunstancias que merezcan anotarse; pero conforme se vayan presentando, tendré el honor de irselas transmitiendo. Está demas exajerar á vmd. el ardimiento, y serenidad con que la tropa sostubo los fuegos del enemigo, protestando ante las aras de la patria no perdonar su existencia hasta ver restablecida nuestra suspirada y santa libertad.—
Dios guarde á vmd. muchos años. Gualeguaychú Enero 20 de 1813.
—Jose Gutierrez.
—Sr comandante general de Entre Ríos D. Elias Galvan

sábado, 16 de mayo de 2009

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